Subversive bookfair in Brussels

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La idea como arma y la vida como meta

El arma más poderosa que todas las personas antiautoritarias compartimos y debemos empuñar son nuestras ideas, aquellas que pueden aglutinar y provocar cambios profundos en el mundo que nos rodea. A nuestro alrededor se suceden levantamientos e insurrecciones que parecen indicar que vivimos un tiempo propicio para la libertad, un momento histórico que ha permitido a la gente salir de su aislamiento mental habitual y levantar la cabeza para dejarse iluminar por el tenue resplandor de las nuevas ideas.

En un contexto como este es normal que todos nosotros nos planteemos qué hacer y cómo intentar influir en la realidad circundante. Parecen existir casi tantas respuestas como individualidades y grupos. Sin embargo, y muy a mi pesar, percibo que prevalecen posturas que, tal y como yo lo veo, tan sólo nos llevarán al fracaso absoluto.

Un sector muy amplio del mundo denominado anarquista se presenta ante el grueso de la población con una actitud casi profética que dificilmente será aceptada de forma cercana por los receptores. Si presentamos ante nuestros iguales sistemas de ideas momificados, escleróticos y anclados en reflexiones del siglo pasado, intentando predicar la doctrina “anarquista” en el desierto de los alienados, encontraremos en el mejor caso indiferencia y en el peor, un rechazo visceral.

Tal y como yo lo comprendo, la estrategia de este momento debe adaptarse a la realidad, y debemos utilizar nuestras ideas de manera inteligente. Largos años de descalificaciones han hecho de la palabra anarquista un tabú a rechazar y un concepto del que desconfiar, razón por la cuál nos topamos con reacciones de rechazo ante nuestras publicaciones o propaganda. Sin embargo, ¿hemos probado a hablarle a la gente de solidaridad, acción directa, apoyo mutuo o libertad sin encerrarnos en ninguna etiqueta? Yo puedo decir que mi experiencia propia al respecto me indica que mucha más gente de la que pensamos a nuestro alrededor comparte el ideal de la emancipación, aunque rehuya por el contrario de la etiqueta en la que mucha gente se sitúa y utiliza para definirse.

Mi propia reflexión me lleva a concluir que debemos saber vivir el tiempo que nos corresponde y ser capaces de superar los anacronismos y las dinámicas autorreferenciales, lo que nos permitirá compartir nuestras ideas y valores con el resto del mundo mano a mano y cara a cara, en la calle y en la asamblea. Si nos bajamos de nuestro pedestal y humildemente extendemos nuestras ideas sin encerrarlas en ningún corral ideológico, probablemente consigamos que sean las ideas las que aglutinen y unifiquen a la gente, enfrentándolas al enemigo común: el Estado y el Capital.

Al fin y al cabo todos estamos hartos de un trabajo precario que nos explota y aliena, robándonos nuestro derecho a la vida. A todos se nos revuelven las entrañas cuando pensamos que la comodidad de nuestro sofá está bañada de la sangre inocente de nuestros hermanos de otras tierras. Es cierto que existe un no desdeñable porcentaje de la población que ha preferido cerrar los ojos y venderlo su silencio a cambio de las comodidades de la sociedad del bienestar; sin embargo, su tiempo se ha acabado. Vemos cómo en toda Europa la bonanza económica decrece sin cesar y el estado del bienestar desaparece a marchas forzadas. Cuando la televisión, el turismo y la industria del espectáculo no puedan ocultar un mundo que se descompone a marchas forzadas; cuando los trabajadores vean que han dejado de ser rentables para el sistema y sus periodos de inactividad laboral se encadenan, etc. el grueso de la población se verá obligada a elegir: autoritarismo o libertad.

Si durante los años que quedan antes del punto de inflexión no somos capaces de humildemente compartir con el resto del mundo nuestra visión e ideas sobre cómo construir el único mundo en el que realmente podamos ser libres (es decir, estar vivos), veremos como antes de lo que esperamos a nuestro alrededor se generan neodictaduras parlamentarias más refinadas que nunca que nos arrancarán de un golpe nuestro horizonte emancipatorio. Es además un momento especialmente propicio ya que la clase política capitalista vive un momento de deslegitimación casi total, lo que los hace más débiles que nunca.

Si fracasamos la responsabilidad será nuestra, reflejará nuestra incapacidad para realmente ser capaces de apostarlo todo, deshacernos de todas las formas antiguas y caducas y apostar por la verdadera revolución. Si triunfamos, la recompensa justificará cualquier sacrificio anterior.

 

Cronos

Libros subversivos, no bienes de consumo

Cuando pensamos en libros subversivos no son esos libros de rebeldía juvenil que pueden encontrarse en cualquier librería de una gran ciudad lo que nos viene a la cabeza, ni esos libros más o menos críticos salidos de nuestro entorno cercano o de los cabezas-pensantes de las universidades, sino ejemplos como el de Severino Di Giovanni cuando fue capturado el 29 de enero de 1931 saliendo de un taller de linotipia donde había ido en relación a las matrices de un libro de Reclus. A pesar de ser durante cuatro años la persona más buscada en Argentina por diversas expropiaciones, atentados y por su actividad agitativa, arriesgó su libertad y su vida para obtener las matrices que necesitaba. Las imprentas estaban en el punto de mira y permanecían vigiladas, pero valía la pena arriesgarse una vez más para un nuevo libro. Unos meses antes había cumplido su objetivo de montar una imprenta propia donde imprimir libros, opúsculos y periódicos, con el dinero de una expropiación reciente aunque utilizando sólo una pequeña parte para ello: la mayor parte iría para la solidaridad con los compañeros presos.

También pensamos en Jean-Marc Rouillan, Oriol Solé y otros compañeros quienes a principios de los años 70 atracaban bancos y expropiaban máquinas de imprenta para hacerse con todo lo necesario para poder imprimir libros en Toulouse y pasarlos clandestinamente a Barcelona y otras regiones del Estado español.

O quizás en un ejemplo de lo más inspirador, el de los jóvenes anarquistas de la ciudad de Bialystok, quienes durante los primeros años del Siglo XX, además de aterrorizar a burgueses y gendarmes, dedicaban gran parte de su energía y sus medios a la traducción, impresión y transporte de material escrito. En 1905 expropiaron 330 kilogramos de tipografías para montar Anarjiya, la primera imprenta anarquista de Rusia: una imprenta clandestina para sus publicaciones y libros. Con el tiempo muchos anarquistas rusos imitarían el gesto, varios de ellos jugándose ir a prisión, ser desterrados, ser condenados a trabajos forzados o a morir.

Para muchos anarquistas alrededor del planeta, imprimir, mover y difundir libros era igual de peligroso que llevar armas y explosivos: en parte eran armas y, es más, eran armas muy potentes.

Estos son los ejemplos que nos vienen a la mente, entre otros… como el ejemplo de aquellos luchadores que, escapando de la represión, montaron una imprenta en una cueva en los Urales. Son solamente algunos ejemplos de una estrecha relación entre libros y subversión, unos ejemplos inspiradores no sólo porque los libros —muchos de los cuales eran considerados peligrosos o simplemente estaban prohibidos— se imprimían y difundían de manera clandestina, saltándose todas las prohibiciones y alejándose de cualquier relación con la lógica de consumo de la que hoy en día parece no haber escapatoria, sino porque todo lo relacionado con el desarrollo de estos proyectos editoriales, la manera en la que se ponían en marcha esas máquinas y proyectos, así como la ilusión y espíritu de lucha, parecen de otro mundo. Pero no del todo.

Muchos proyectos de editoriales e imprentas actuales, como también algunas revistas y periódicos, nos sentimos motivados por ese espíritu que antaño abundaba y del que esos ejemplos son solamente unos pocos. Intentando no entrar en —pero también intentando dinamitar— todo proceso de producción/consumo, la lógica de los beneficios, las relaciones comerciales y laborales, buscamos devolver ese espíritu subversivo, ya que un mensaje radical debe estar contenido en una forma de difusión a su altura.

Entendemos que hay proyectos con finalidades de subsistencia relacionados con la edición y distribución de libros anarquistas, que lo ven y lo viven como una forma modesta de ganarse la vida, y esto, con la mierda de trabajos y las posibilidades de vida dentro de los marcos del sistema que nos imponen, en parte lo podemos entender. Pero también deberían tener en cuenta que para nosotros, que buscamos formas de vivir diferentes, en las que nuestra vida y nuestra lucha estén totalmente relacionadas con nuestra cotidianidad y alejadas de las relaciones de producción y consumo, no nos cuadra la idea de trabajar en lo que para nosotros es una herramienta más de lucha, un arma más en esta guerra social.

Entre nuestros objetivos se encuentra la difusión, mientras más amplia y más accesible mejor, de ideas, propuestas, visiones, interpretaciones, desde un punto de vista radical. Y creemos que esto debe hacerse desde una ruptura, lo más radical posible, con las formas que el capitalismo nos ofrece para esta tarea. Por eso vemos importante rechazar la distribución comercial que encarece los precios, la lógica de vender los libros 10 veces más caros que el precio de coste de impresión, el culto de las grandes librerías, el uso de los códigos de control y numeración —sea con fines comerciales o de clasificación (código de barras, ISBN, etc.)—, los derechos de autor (copy lo que sea), etc.; y vemos necesario propulsar maneras más directas de distribución por medio de distribuidoras de material revolucionario, apoyar a los proyectos de imprentas anarquistas, dar por obvio que nuestro material está ahí para darle vida y ser reproducido como mejor se desee, y fomentar la mayor autonomía de nuestros proyectos en cuanto a la traducción, redacción de textos, maquetación, diseño gráfico, distribución y, si es posible, impresión, además del apoyo total, en la medida de lo posible, de otros proyectos relacionados como bibliotecas sociales, bibliotecas para presos, etc.

Quizás a algunos les suene pretencioso y a otros básico, pero para nosotros es importante también hablar de esto al referirnos a los libros y a su potencialidad subversiva.

 

Bardo, agosto de 2011.

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The subversive bookfair aims at a mutual enrichment across the borders, to put the question of revolutionary perspectives on the table.
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When? Where?

The Subversive Bookfair will take place on Saturday 15th & Sunday 16th of October (2011) in Brussels

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